Unidad Temporal Covid Autódromo “Hermanos Rodríguez”
Cuando iniciamos esta aventura, experiencia o como se desee llamarle, no sabíamos a ciencia cierta a qué nos enfrentaríamos. Ciertamente había incertidumbre, por supuesto que había miedo, miedo irracional, pues no sabía cómo sería la dinámica de trabajo, tanto personal de salud caído en la labor hacía merma en la salud mental propia.
Pero por fin se dio la oportunidad de venir y poner nuestro granito de arena, el IMSS abrió la oportunidad laboral en México durante la llamada “guerra contra el covid”. Y si, hasta cierto punto es una guerra, hay bajas, hay heridas tanto físicas como emocionales, esas que no se curan con pomadas ni con bálsamos. Pero ya llegaremos a ese punto…
Cuando por fin tuve la tan anhelada/ odiada primera guardia, me encontré con un relajamiento increíble, pues no era ni por asomo como se platicaba o se decía. Si bien es cierto había un poco de desorganización, pero normal y esperada pues todos en este hospital reconvertido éramos nuevos, no sabíamos ni donde estaban los baños, imagínese usted.
La primera guardia consistió básicamente en realizar certificados de defunción, pero oh sorpresa, también incluyó dar noticias nada gratas a los familiares, y aunque en ocasiones pasadas ya lo había hecho, no disminuyó todo lo que conlleva. “Dígame que es broma”, “¿Usted lo vio?”, “Pero si llegó caminando, ¿cómo está muerto?”, “Aquí los dejan morir”. Y precisamente ésta última frase es con la que más lidiamos todo el personal de salud. Es por lo que tantos compañeros en toda la República han sufrido ataques. Por la incertidumbre, desinformación y falsa información que rodea a ésta pandemia.
Se dice que no lleves a tu familiar a ningún hospital público porque “te lo van a matar de covid aunque solo vaya por diarrea”. Los signos y síntomas de los pacientes pueden ser inespecíficos y el simple hecho de cursar con dolor de cabeza, fiebre y pérdida del olfato, pueden ser datos de alarma de un caso asintomático, desde mi punto personal de vista el más peligroso, ya que si no acatamos las medidas de distanciamiento social, imaginemos a cuántas personas puede contagiar esa persona.
Experiencias y anécdotas sobran para hacer un libro, o un diario de todo lo que se vive día a día, chusco, profesional, incluso a la hora de la comida, un grupo de niños y sus padres de familia llevaron al hospital comida y algunos dibujos impresos o frases motivacionales para todos. Honestamente a las 3 de la mañana, saliendo a descansar, si llegan directo al cora estas acciones tan lindas.
Pero recapitulemos una que me ha parecido de las más impactantes, estuve hace unas guardias en el área de urgencias, donde toca revisar a los pacientes y decidir en base a criterios preestablecidos si se ingresa para observación o se da de alta a su domicilio, con tratamiento. Llegó pues el señor A, quien presentaba desaturación importante sin oxígeno suplementario, por factores como la edad, comorbilidades y síntomas, ameritaba su ingreso a hospital. Cuando se le comentó y se le pidió el consentimiento informado para tal acción, me miró a los ojos y me preguntó que, si era cierto que estábamos matando gente en el hospital, que le daba pena preguntármelo, pero tenía que hacerlo, a lo que, por supuesto le contesté que no, que confiara en nosotros, que lo único que queríamos y buscábamos todos era su bienestar y su mejoría para poder regresarlo a salvo con su familia.
El señor A, aceptó el ingreso y acepto el apoyo ventilatorio asistido, se ingresó. Ayer, al cabo de unos días de estar internado y a las pocas horas de casi salir de mi turno. Leo un mensaje en el grupo del hospital donde informaban que el señor A había fallecido. Sobra hablar del mar de sentimientos que me avasallaron. Y nos hace replantear todo, nos mueve el tapete, pensamos en nuestros seres queridos y nuestros amigos.
Aprovecho el espacio para reconocer a todo el personal de camillería, intendencia, enfermería, choferes de ambulancias y TUMs, asistentes médicas, trabajadoras sociales, médicos, en fin a todo ese personal que se avienta el turno con el equipo de protección que dicho sea de paso es bastante pesado. Felicidades a todos ustedes y qué valor. Sigamos luchando por México, por nuestros hermanos, por nuestra gente.
Cierro este escrito con una frase que me gustó mucho, leída en redes sociales durante estos días de estancia en la CDMX.
“Si ustedes vieran y vivieran lo que vemos y vivimos día a día en el hospital, no saldrían ni a la esquina”.
Cuídense y protéjanse.
Dr. Gamaliel A. Belmonte Hdz.