¡NUESTRA CORTE! (3/3)
Etelberto Cruz Loeza
Para finalizar: en la temporada de los fake news, pos verdades, más allá de la verdad y otras alternativas, los sofismas, medias verdades, medias mentiras, a los dispositivos individuales de comunicación están llegando notas sobre excesos de poder del actual presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, referidos a la compra de automóviles de lujo, servicios de seguridad a familiares, inéditas autorizaciones de inusuales gastos de representación, etc., que, lo más simple, no han sido desmentidos ni enjuiciados por el señor presidente de la Suprema Corte o por sus servidores. Ahí están.
Se presentan las preguntas: ¿Quiénes las mandan? ¿A quiénes les sirven? ¿Por qué ahora, cuando existe un encontronazo entre la unión de los poderes Ejecutivo y, casi todo, el Legislativo contra el poder Judicial y las entidades=instituciones autónomas? ¿Será cierto que el que calla otorga?
Algunos juicios del ex presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Genaro D. Góngora Pimentel que, por su profundidad, sencillez y objetividad, atrajeron mi atención, son los siguientes:
“La exclusión social y la injusticia estructural han sido causas fundamentales del conflicto que vive México. Un gobierno se debilita cuando rige su actitud gubernamental por los intereses de los grupos que ostentan el poder, pues al hacerlos más privilegiados a ellos, el Estado va perdiendo cada vez más poder. El Estado ha sido vencido y ha sido vencido sin gran esfuerzo por una clase minoritaria. Después de tantos aspavientos de previsión, de fuerza, de decisión, el Gobierno ha acabado diciendo: a sus órdenes, mi capitán. El crimen se ha extendido como una plaga a lo largo y ancho de la nación, la impunidad permea a todo México y junto a ella los causantes de tanta violencia. Cada día vemos cómo la justicia se diluye frente al incumplimiento de las obligaciones del Estado. Existe una colusión evidente y dramática entre las autoridades y el crimen organizado, lo cual resulta realmente peligroso para el sostenimiento de la democracia mexicana. La criminalidad ha crecido porque no tenemos instituciones fuertes – POLICÍAS, PODER JUDICIAL, GOBIERNOS LOCALES – con capacidad de acción que sirvan de modelo y autoridad creíble ante el ciudadano incrédulo. Tal vez nuestro problema prioritario no sea la criminalidad y la violencia, sino el principal sea “la ausencia de una autoridad fuerte que imponga el Estado de derecho sin cortapisas ni excepciones“. Estamos ante una ausencia de Estado, ausencia de instituciones gubernamentales capaces de mantener el orden, imponer reglas y ganarse el respeto de la ciudadanía.
En nuestra sociedad la justicia pasa cada vez menos por las instituciones democráticas encargadas de garantizarlas, como son la policía, las autoridades y los jueces, y cada vez más, por las mafias y por individuos solitarios que sabedores de la inutilidad de recurrir al sistema en busca de reparaciones o sanciones para los abusos de que son víctimas, ejecutan la justicia por su propia mano.
La falta de respuesta de las autoridades está orillando a muchos a llegar a este retraso civilizatorio.
Los políticos y los líderes de hoy tienen una responsabilidad medular que jugar en este proceso, pero sólo los ciudadanos pueden obligarlos a cumplir. La principal fuerza que puede sacar al país del atolladero en que se encuentra el ciudadano ávido de soluciones.
La fuerza social – como la nombraba Ellacuría – es la que puede trastornar un sistema entero al punto de transformarlo. (*)
Existen en nuestro país tres poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. El Ejecutivo y el Legislativo tienen como finalidad el orden, la seguridad, la eficiencia dentro y fuera del país. Los ministros no deben tener las mismas finalidades que los otros poderes, sino ajustar su conducta a la Constitución y a las leyes, sin importar otra cosa, sin tener otra consideración, sin ser obsecuentes con los otros dos poderes”.
Hace 2070 años otro abogado – Cicerón – similarmente se expresaba así sobre la naciente República-imperio romano.
*(De hecho, en la práctica, esto es una revolución: o armada=cruenta o pacífica=electoral.0