DIVAGACIONES (2/2)
Etelberto Cruz Loeza.
EN MEMORIA DEL SR. DON GUMERSINDO FRAGA CHÁVEZ. EL HOMBRE QUE ME MOSTRO QUE EL TRABAJO, LA FORMACIÓN ACADÉMICA, PROFESIONAL Y LA HONESTIDAD SON DETERMINANTES FACTORES DEL DESARROLLO Y ÉXITO PROFESIONALES. DESCANSE EN PAZ.
LA MUERTE DE CUALQUIER HOMBRE ME DISMINUYE, PORQUE SOY PARTE DE LA HUMANIDAD. POR ESO NO QUIERAS SABER NUNCA POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS; ¡ESTÁN DOBLANDO POR TI! JOHN DONNE. CITADO EN EL PROEMIO DE POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS, DE ERNEST HEMINGWAY.
Continuando: en esta etapa de divisionismo de la sociedad nacional en el que nos ha encasillado el presidente de la República, conservadores, liberales, fifís, chairos, malos, buenos, honestos y corruptos, suyos, amigos, enemigos y contrarios a él y a la 4T, atrajo mi atención artículo de Armando Chaguaceda, publicado en el diario LA RAZÓN, edición del 5 del presente mes y año, en su columna DISTROPÍA CRIOLLA. (El artículo lo preparó conmemorando 100 años de la República de Weimar. Fundamento de una república de vida intensa y breve. Vital en cuanto a cultura y ciencia, pero desgarrada por la lucha a muerte entre liberales, conservadores, católicos, socialdemócratas, nazis y comunistas, escenario para el surgimiento de Adolfo Hitler).
Transcribiré algunos juicios, y mis comentarios estarán en letra cursiva: Las constituciones no bastan para consolidar la democracia. Y es que a veces sus avanzados presupuestos jurídicos no pueden traducirse, por impedimento material o jurídico, en derechos efectivos para la mayoría de la gente. De ahí que un Estado absolutamente democrático deba ser, simultáneamente, capaz de proveer políticas públicas universales, robustas y sostenibles, ligadas al estatus de la ciudadanía y no a la dádiva discrecional del gobernante. Porque no hay libertad duradera sin justicia incluyente (y viceversa) …
En épocas de crisis que impactan sobre los valores políticos predominantes, habrá amplios segmentos de la ciudadanía que prefieran a líderes autoritarios y modos de gobernar decisionistas. Típicamente ligados a la promesa de solución mágicas para los complejos problemas que aquejan a cualquier nación moderna. Estilos demagógicos, ajenos a deliberaciones y soberanía populares. Hitler no salió de la nada. Pasó de ser un sujeto excéntrico con ideas estrafalarias a un caudillo capaz de arrastrar tras de sí a la inmensa mayoría de la cultísima nación alemana.
Weimar alecciona, también sobre lo nocivo de ser tolerantes con la intolerancia En particular con esa intolerancia erudita que entonces – como hoy – hace la vida y proselitismo en las academias de nuestras sociedades democráticas…Es necesario aprender que cuando entre nosotros aparecen intelectuales filotiránicos – caníbales de sus colegas – cuyo uso de la democracia es plenamente instrumental y desleal, estos deben ser desenmascarados a tiempo. Al fin de cuentas, su cosmovisión de amigo vs enemigo no deja otra opción a quienes adversamos al despotismo, incluso cuando se reclama ilustrado. Se trata, simple y llanamente, de una cuestión de sobrevivencia.
En este momento en nuestro país y sociedad estamos pasando por estos escenarios; recuerde usted el origen ideológico del actual presidente: estilos=formas de gobernar demagógicos, ajenos a sostenibles deliberaciones y sólidas soberanías populares, de ideas descabelladas y con propuestas de soluciones mágicas, sin sustento material=financiero ni legal, pero aceptados por amplios segmentos de la ciudadanía. Se presentó con un discurso de cambio profundo y los más alejados de los vicios del pasado, como la opción antisistema, con incendiarios discursos contra el statu quo, a la vez que ambiguo en sus propuestas de campaña. Este modelo comienza a repetirse – Brasil, Inglaterra, Estados Unidos, Italia, Ucrania, Nicaragua, Argentina, México, Grecia, España, Portugal – y que, parece ser, finalmente, que en todos los lugares en donde este modelo=formato de populismo se está presentando, la sociedad, la ciudadanía, que es lo más importante, está considerando que no es lo mismo estar del otro lado de la mesa, o ser borracho que cantinero, y la percepción está cambiando, lenta, pero está cambiando.