El jefe del Ejecutivo dijo que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional podrían colaborar en la creación de la estructura requerida y en 2022 hacer un censo de los más pobres del mundo.
Una vez definida la población objetivo en cada país se iniciaría la dispersión de recursos para el otorgamiento de pensiones a adultos mayores, a niñas y niños con discapacidad; becas a estudiantes; apoyos a sembradores y a jóvenes que trabajen como aprendices en actividades productivas, así como hacer llegar vacunas y medicamentos gratuitos, añadió.
Los fondos, detalló, provendrán de al menos tres fuentes: el cobro a las mil personas más ricas del planeta de una contribución voluntaria anual del 4 por ciento de sus fortunas; una aportación similar por parte de las mil corporaciones privadas más importantes por su valor en el mercado mundial y, en tercer lugar, de una cooperación del 0.2 por ciento del PIB de cada uno de los países integrante del Grupo de los 20.
“De cumplirse esta meta de ingresos, el fondo podría disponer anualmente de alrededor de un billón de dólares”, apuntó.
La Organización de las Naciones Unidas podría destinar un día de su informe anual para otorgar reconocimientos o certificados de solidaridad a las personas, corporaciones y gobiernos que destaquen por su vocación humanitaria al ayudar a financiar el plan.
“No creo, lo digo con sinceridad, que alguno de los miembros permanentes de este Consejo de Seguridad se oponga a nuestra propuesta pues esta no se refiere a armas nucleares o invasiones militares ni pone en riesgo la seguridad de ningún Estado; por el contrario, busca construir estabilidad y paz por medio de la solidaridad con quienes más necesitan de nuestro apoyo; estoy seguro que todos, ricos y pobres, donantes y beneficiarios, vamos a estar más tranquilos con nuestra conciencia y viviremos con mayor fortaleza moral”, remarcó.