Morelia, Michoacán, a 11 de febrero de 2018.- Pasión, entrega y sacrificio, son los valores que impulsan a los elementos de la Unidad Especializada de Combate al Secuestro (UECS) de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), cuya motivación diaria es servir a las y los michoacanos.
Éste no es un trabajo más, aquí no existen horarios ni la comodidad, se trata de enfrentar el miedo y a quienes lo provocan, y al final del día continuar con fortaleza.
Claudia Angélica Romero Cruz, agente investigador adscrita a la UECS, ha sido testigo de esto. Su labor le ha permitido conocer los aspectos de esta unidad, y todos lo que ocurre cuando una familia es víctima de este delito.
Su misión es darles a las familias herramientas para aminorar el miedo y controlar la crisis por la que están pasando; esta labor no es sencilla, pero el esfuerzo vale la pena cuando los resultados son positivos, pues reunir nuevamente a una familia que ha pasado por este trauma es la mayor recompensa.
“La satisfacción es enorme, porque sabemos que todo el esfuerzo que estamos haciendo está valiendo la pena. Mientras la institución me lo permita y Dios me preste vida, trabajaré cien por ciento entregada”, expresa mientras pareciera que por su mente llegaran buenos recuerdos, de esos que su trabajo le da.
A pesar de los riesgos, Claudia realiza día con día, con entusiasmo y energía, su trabajo, pues su familia le apoya en todos los sentidos para continuar. “De hecho mi hija en una ocasión me hizo un poema, valorando el trabajo que realizamos”.
Aquí, en la UECS, ser mujer no le impide realizar este trabajo, pues cuenta con el apoyo de todos sus compañeros, con quienes han forjado además de un equipo, una familia que se cuida y se protege en todos los aspectos.
“Al contrario, ser mujer es más bien una gran ventaja. He aprendido en este trabajo que las mujeres tenemos mucha más fuerza de la que creemos, que somos capaces de muchas más cosas”.
Pero no todo es trabajo. Cuando hay la oportunidad, por escasas que estás sean, busca compensar el respaldo que sus compañeros le dan: “trato de que haya esa unión, el Día de Reyes, darles un dulce; el 14 de febrero, un chocolatito, ese tipo de detalles que hace que no olvidemos que seguimos siendo humanos”.
Después de haberse desempeñado como policía, ser llamada para integrarse a esta unidad es lo mejor que le ha sucedido, a pesar de los riesgos, a pesar de los miedos, ella está encantada de pertenecer a la UECS.
“Sí, he tenido miedo, hemos estado en enfrentamientos, he escuchado las balas pasar a un lado de mi cabeza, pero lo importante es controlar el miedo”, dice.
Al final de la jornada, cuando después de un duro día de trabajo puede llegar a casa y puede ver a sus seres queridos, ella agradece a Dios por eso, pero también por poder ser parte de un equipo que se esfuerza para dar tranquilidad a los michoacanos, aunque se duerme pensando en la mañana siguiente, pues en algún lugar alguien está tramando hacer daño a las personas.
“No deberían de existir estas bandas, porque hacen un daño no sólo a la persona, sino a toda la familia”, señala.
El trabajó en la UECS ha dejado para Claudia Angélica un sinnúmero de experiencias, malas y buenas, de todas ha aprendido, pero algunas han quedado en su corazón, como las palabras que le dijo la madre de una víctima: “nos dijo que ella ponía la vida de su hijo en manos de Dios y que si Dios había mandado a los ángeles de la UECS para apoyarla, que ella confiaba en nosotros”
Para Claudia Angélica, la confianza de las personas es de las satisfacciones más grandes que se pueden obtener. “Sí hay buenos policías”, afirma.